¿Cómo es el capitalismo?

El capitalismo es como una orgía: es deliciosa, pero no es sostenible en el tiempo. No atiende a todos por igual (aunque la mayoría no lo aceptaría en público por el calor del momento y porque cumple sus necesidades …hasta cuando deja de hacerlo). El placer es compartido pero las consecuencias a largo plazo siempre son personales. Funciona perfectamente si uno NO es quien tiene que hacer aseo al otro día. Si te toca bailar con la mas fea a nadie le importa, intenta rotar lo más rápido posible, si no puedes, es porque tú eres el feo (reencarna). Es bueno disfrutarlas al menos una vez en la vida, aunque hay que comprender que muchos unicamente las conocerán por medio del cine. Por maravillosa que sea la tuya, siempre existirá una mejor a la que nunca seras invitado. Existen otras experiencias aparentemente superiores, pero no son bien comprendidas (o al exigir un poco mas de sus participantes simplemente se dejan de lado). Son altamente adictivas, solo se abandonan por iluminación o agotamiento de recursos.

DE LA IMPORTANCIA DE FOMENTAR EN LOS GRANDES Y PEQUEÑOS LA CULTURA DEL CUIDADO DE LA NATURALEZA

Caminar por senderos ecológicos, montañas o bosques es una experiencia poco incentivada en la vida cotidiana, más aún cuando el afán del día no permite realizar este tipo de prácticas sanas de manera periódica. Sin embargo, todos somos conocedores de los beneficios que trae para nuestra salud realizar actividad física pero más allá de estos efectos, está el placer por satisfacer la curiosidad de conocer qué esconden los cerros, paisajes y tesoros naturales que tan lejos sentimos de ser nuestros, cuando precisamente, eso son.

Muchos han sido los esfuerzos que se han hecho desde las administraciones distritales, municipales y hasta organizaciones comunitarias en el restablecimiento del equilibrio en la naturaleza, en tratar de frenar un poco el daño ambiental que por desconocimiento o simplemente desinterés, causamos al ecosistema (y digo causamos, porque todos tenemos un poco de responsabilidad en ello, ya sea por causa u omisión), no obstante, esta tarea de proteger o al menos de no dañar, es mucho más sencilla cuando conocemos y vivenciamos estos paisajes.

Existen procesos de reflexión que pueden enmarcarse en este tipo de actividades desde infantes hasta abuelos y si estamos atentos es posible percibir un efecto diferenciador en los niños, donde dependiendo del paisaje es posible explicar procesos como el del agua donde hablamos que esta nace en las montañas, más precisamente en los páramos, donde los frailejones actúan como una enorme esponja que condensa la humedad y así filtrar el agua… Saben cuál es la respuesta más común de los niños a la pregunta: ¿De dónde viene el agua?: “De la llave”, “Del Carulla” o “de la tienda” (…) y así mismo sucede cuando preguntas por naranjas, bananos, cocos o los mismos vegetales, nuestros chiquitos desconocen su origen… Eso que para nosotros es obvio, para algunos niños nacidos en estos tiempos, no lo es tanto.

Cuando un niño siente esa realidad tan lejana a él, a la propia, es complejo incentivar una cultura del cuidado y no sólo de la naturaleza, de él mismo o del otro. Cuando le permitimos a nuestro hijo vivenciar este tipo de experiencias, una nueva conciencia se crea en ellos, una que permite sentir y comprender el mundo con unos ojos diferentes, unos que pueden comprender la fragilidad de la vida por pequeña o grande que esta sea, comprendemos que ese ecosistema que veíamos a lo lejos y que creíamos ajeno, es tan o más frágil que nosotros mismos, es así como ese paisaje necesita de alguien que lo defienda, lo proteja, pero estamos enseñados a proteger lo que nos importa y si desconocemos la riqueza que habita en las montañas, en la naturaleza, en «nuestros cerros» difícilmente defenderemos lo que desconocemos.

En los adultos resulta un poco más complejo debido al factor tiempo en la mayoría de los casos, el afán de la vida, desplazó aquello que es importante pero no urgente: Es importante dedicar tiempo a nuestra salud, a nuestro cuerpo… pero es más urgente atender cuestiones laborales ligadas la mayoría del tiempo a temas económicos y es así, como casi de forma automática desechamos la posibilidad de conocer un nuevo paisaje natural. Resulta más sencillo cuando ya se ha sembrado la curiosidad de conocer, cuando hemos participado en alguna actividad de índole ambiental y cuando esta experiencia resultó tener un efecto positivo.

Retomemos esa sana costumbre de caminar por la naturaleza, reconociendo lo que vemos y sentimos, permitámonos asombrarnos de nuevo con lo que nuestros ojos pueden ver, nuestros oídos escuchar o nuestros sentidos percibir, llevemos con nosotros a nuestros hijos y hablémosles acerca del cuidado que requiere la naturaleza de nuestra parte, de las pequeñas acciones que sumadas hacen la diferencia: Arrojar la basura en los lugares destinado para ello, iniciar o fortalecer la cultura del reciclaje y la separación de las basuras, fomentemos el conocimiento de las especies que habitan los lugares que conocemos.

De nosotros también depende que nuestros hijos protejan aquello que nosotros cuidamos.

 

Proyecto «Actívate con el Ambiente» 2014. Caminatas por los Cerros Orientales, Bogotá D.C.

 

 

Cosmovisión Nemquetebiana

El universo, la realidad, el cosmos… básicamente es una infinita nube de vibraciones… a todos los niveles y en todas las dimensiones. Nosotros sólo somos un punto infinitesimal de conciencia: somos el cosmos, contenemos al cosmos y el nos contiene… en el camino hacia nuestros sueños, es más placentero danzar con él, hacer que nos ame, convertirnos en un punto que magnifique su naturaleza. Somos un espejo.

Tubérculos des-motorizados

La agricultura tiene su encanto así se realice en una terraza y en llantas. Simplemente a modo de registro compartimos las imágenes de una sesión de mantenimiento de nuestra pequeña unidad de producción:

Antes del mantenimiento. La teníamos abandonada…

Tener una unidad de estas es como tener una mascota, involucra trabajo diario o al menos regular, cuando no se hace se acumula el mantenimiento, la tierra se compacta, se llena de maleza.

Aún en estado desatendido, funciona perfectamente como un procesador orgánico de basura, actualmente se tienen 11 llantas de tamaño mediano/grande (tipo camión/camioneta, se comenzó con 3 llantas de taxi), toda la tierra ha sido generada haciendo compostaje de basura doméstica. No se procesa restos de comida cocinada, ni bolsas plásticas.

Las papas que no se habían sembrado de manera planeada, crecen de las cáscaras de la basura y aparecen como premios, al final de la jornada de limpieza y remoción de tierra se obtienen alrededor de unas 3 libras de tubérculos de todos los tamaños, las tres variedades de papa de consumo capitalino («pastusa», «criolla», «sabanera») junto con cubios blancos, chuguas, algunas arvejas y frijoles.

Ya hay plantas que no es necesario sembrar como la caléndula (las semillas están regadas en la tierra) o la yerbabuena (un trocito de raíz forma una planta). Aunque esta última tiene el efecto inverso de que compacta la tierra y hasta se ahoga a sí misma si se deja crecer sin cuidado, por eso fué necesario aprovechar la ocasión para separarla en otro recipiente.

Se conserva el hinojo (sus semillas saben y huelen a aguardiente), el apio (partiendo una especie de «tuberculos» que tiene se generan nuevas plantas), la uchuva (tiene un proceso similar al del apio, aunque crece sóla desde las semillas de los desperdicios) y el romero que es un poco más delicado y de crecimiento lento.

La basura con la que regularmente se alimenta el sistema, también deja varios aguacuates, la idea es convertirlos en bonsai. Se tiene también para ello, un «cedro sabanero» que regalaron en cierto evento de innovación de la capital.