Análisis de experiencias comunes en el surgimiento de «ciudades invisibles” para fortalecer memorias colectivas que aporten a la creación de nuevos modelos de hábitat en la ciudad

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La construcción de país y de territorio es fruto del trabajo mancomunado, de intereses y necesidades comunes. La experiencia que nos ha tocado es, la de comunidades enteras buscando un sitio en donde meter la cabeza, una manera bastante básica de ver la vivienda, pero así ha sido. En un país con territorio aproximado de 1’141.748 Km2 en extensión terrestre,  Colombia  es un país donde las comunidades retoman el territorio para legitimar su derecho a una vivienda digna.

Para hablar de esta historia partiremos del año 1966, y el fenómeno que pareciera soluciona por el momento el problema agudo de la falta de vivienda en el país, se trata de El Movimiento Viviendista que se gesta a lo largo de todo el país, en un momento en donde el estado no puede responder a las demandas de sus ciudadanos, son ellos los que por iniciativa propia empiezan a generar soluciones alternativas, por supuesto que no significan que sean apropiadas, o que sean del agrado de todos, pero generan cambios, no solo en lo inmediato, si no que también a lo largo de la historia.
El Movimiento Viviendista se caracteriza por sus métodos poco ortodoxos, pero efectivos, este se encarga de organizar poblaciones y comunidades extensiones de tierra dentro del territorio Colombiano, y asentar familias enteras formando comunidades y solucionando el problema de vivienda que no es nuevo en el país, éste se extiende rápidamente hasta llegar a la ciudad de Bogotá, ciudad en desarrollo.

La capacidad de recibir población desplazada y campesinos que llegan a vender su mano de obra es poca, entonces varias casas y haciendas empiezan a cubrir la necesidad de hábitat, se crean los llamados inquilinatos que son casas con muchas habitaciones “cuartuchos” que no garantiza las mínimas de vivienda digna, en estas son alojadas familias enteras, la ciudad empieza a crecer y la urgencia de tener vivienda también.

El proyecto de ciudad es un reto, pero los trabajadores no dan espera, y la propuesta de tomarse territorios en la ciudad capital empieza a ser una opción, hacia los años 70 se inician las reuniones de arrendatarios en Bogotá, con el fin de solucionar de alguna manera el problema de la falta de vivienda. La estrategia es la organización y así se inicia la toma de uno de los cerros nor orientales de Bogotá,  con mujeres, hombres, jóvenes y niños. El cerro es una montaña, no hay mas construcciones que unas escaleras que llevan a un castillo de unos antiguos hacendados.

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La determinación de la gente es clara, el derecho a una vivienda no sería fácil, el terreno es una montaña, con una inclinación de 15°; entonces, lo primero que se  hace es llegar en grupos de familias a construir casetas en tela asfáltica y varas de madera, con el fin de garantizar la posesión del territorio, y poderse establecer en él,  había que sumar la precariedad en los servicios básicos como agua potable, alcantarillado, electricidad, etc. Se garantizaba entonces el tener un territorio donde poder construir no solo en términos estructurales, si no (sino) también en relaciones y crear lazos comunitarios.

Se levanta una comunidad que puede crear alternativas en conjunto para solucionar las necesidades que se tienen, se consigue el acceso a servicios básicos y se garantiza la educación, pero hay nuevos retos en una ciudad con tantas contradicciones como Bogotá y mas cuando la comunidad de la que hablamos está ubicada en el norte, donde se puede ver un contraste social drástico, donde la opulencia y pobreza se ven cara a cara cada mañana y lucha por mantenerse. En este sentido vemos como la auto determinación de las comunidades es decisiva para el logro de los objetivos trazados, las necesidades no se pueden negociar, son situaciones que se deben solucionar y esto es lo que puede fortalecer una propuesta social económica y cultural, la ciudad tiene tantas contradicciones y tal vez es donde se puede notar de manera drástica la poca sostenibilidad que tiene este modelo económico neoliberal, ya que por una parte no puede sostener a los trabajadores, ni brindarles la mínima de  supervivencia