Kile 2.1 y Okular

Kile es uno de los entornos más cómodos para trabajar LaTeX, sin embargo creo que se aceleraron al incluirlo en algunas distros populares. Ubuntu 9.04 tiene ese problema y creo que Fedora tambien andaba con el mismo detalle.

La versión 2.1 de kile aún intenta utilizar kdvi y kpdf aunque estas utilidades ya no existen en KDE 4 porque fueron reemplazadas por Okular, aplicación que entre otras cosas es bien interesante al permitir detalles como la inclusión de comentarios en archivos pdf’s.

En mi caso fue necesario configurar kile para que llame a okular:

  • Settings>Configure Kile…>Tools>Build>Select a tool>QuickBuild>Choose a configuration for the tool QuickBuild>LaTeX+DVItoPDF+ViewPDF
  • Settings>Configure Kile…>Tools>Build>Select a tool>ViewPDF y en Command se coloca okular

No se porque si no se configura el QuickBuild de la anterior forma las imágenes en los documentos generados no se incluyen, creo que es algo más relacionado con la configuración de LaTeX en el sistema que con Kile. Desde luego la aplicación sigue totalmente en inglés aunque los paquetes de idiomas de KDE 4 estén instalados, el corrector de ortografía esta ligeramente loco y al terminar a veces se bloquea.

Sigo buscando un entorno para trabajar LaTeX que no dependa de KDE, que sea cómodo, amable al usuario, estéticamente agradable.  Texmacs es una opción poderosa pero no es muy estético, parece un word viejo y consume muchos recursos. Lyx tiene comportamientos extraños y no me gusta que maneje su propia extensión de archivos distintos a LaTeX, sinceramente tendría que aprenderlo a usar. Texmaker tiene un nombre llamativo y es una especie de clon de kile que no depende de KDE pero aún creo que le falta un poco, al intentar usarlo me manipulaba las imágenes de forma extraña.

Problema con el control de brillo en portatil cuando se actualiza a ubuntu 9.04

Después de actualizar a Ubuntu 9.04 extrañamente el control de brillo desde las teclas de función se bloquea entre 2 estados: muy oscuro y un poco más brillante, por más que se intente se bloquea entre esos dos estados.

El equipo es un Lenovo 3000, C200. Para el video el comando lspci reporta: Display controller: Intel Corporation Mobile 945GM/GMS/GME, 943/940GML.

Utilizando el comando xrandr –output LVDS –set BACKLIGHT_CONTROL native el control de brillo se hace de nuevo funcional. Para que se ejecute automáticamente al inicio de la sesión se puede agregar ese comando desde Sistema > Preferencias > Aplicaciones al inicio > Añadir.

El comando xrand –prop reporta otras posibles combinaciones: legacy, combination,  y kernel. Ensaye las 4 sólo se resuelve si se usa native.

En realidad esto no es una solución sino una forma de salir del problema. Aparentemente el bug todavía no esta resuelto.

¿UUID?

El UUID (Universal Unique Identifier) permite localizar un sistema de archivos independientemente de su correspondencia  en la disposición en los discos o particiones en un momento específico (sda2, sda4, etc…). Antes de la utilización de este sistema, era necesario (por ejemplo) actualizar el archivo /etc/fstab al reorganizar los discos o particiones.

Los dispositivos detectados se pueden revisar con el siguiente comando en la consola:

ls -l /dev/disk/by-uuid/

Se pueden ver más detalles usando:

sudo vol_id  /dev/sda5

O tambien:

blkid

Un enlace interesante en ese sentido

La pantalla de arranque {usplash} de ubuntu salta de modo gráfico a texto

El arranque de las distintas distros de linux desde hace mucho tiempo ha sido adornado con un booteo gráfico que presenta una barra de progreso junto con la imagen institucional de la correspondiente distribución de linux.

Desde hace algunos meses, después varias actualizaciones y configuraciones del sistema, este arranque en modo gráfico se saltaba a modo texto, lo que daba la impresión de un error o defecto grave del sistema… los mensajes raros en consola asustan a más de uno.

Aparentemente esto se debe a un valor UUID erroneo en el archivo /etc/initramfs-tools/conf.d/resume . Buscando en launchpad se encontró la solución:

«Basically what you do is:

1. Make sure you have the initramfs-tools update
2. sudo blkid
3. Check that swap line UUID from /etc/fstab matches swap UUID from step 2, if not change fstab.
4. Check that the UUID in /etc/initramfs-tools/conf.d/resume matches the swap UUID from step 2, if not change resume file.
5. sudo update-initramfs -u
6. Restart»

… me funcionó y se tiene de nuevo el booteo gráfico.

Un profeta manufaturado en buen carretazo

180px-chief_seattle

Se supone que alguna vez el siguiente discurso fué pronunciado por el Jefe Seattle en norteamerica en 1.855:

El gran Jefe de Washington nos envía un mensaje para hacernos saber que desea comprar nuestra tierra. También nos manda palabras de hermandad y de buena voluntad. Agradecemos el detalle, pues sabemos que no necesita de nuestra amistad. Pero vamos a considerar su oferta, porque también sabemos de sobra que, de no hacerlo así, quizá el hombre blanco nos arrebate la tierra con sus armas de fuego. Pero… ¿Quién puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?. Esa idea es para nosotros extraña. Ni el frescor del aire, ni el brillo del agua son nuestros. ¿Cómo podría alguien comprarlos?. Aún así, trataremos de tomar una decisión Mis palabras son como las estrellas: eternas, nunca se extinguen. Teneis que saber que cada trozo de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada aguja de un abeto, cada playa de arena, cada niebla en la profundidad de los bosques, cada claro entre los árboles, cada insecto que zumba es sagrado para el pensar y sentir de mi pueblo. La savia que sube por los árboles es sagrada experiencia y memoria de mi gente. Los muertos de los blancos olvidan la tierra en que nacieron cuando desaparecen para vagar por las estrellas. Los nuestros, en cambio, nunca se alejan de la tierra, pues es la madre de todos nosotros. Somos una parte de ella, y la flor perfumada, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa, son nuestros hermanos. Las escarpadas montañas, los prados húmedos, el cuerpo sudoroso del potro y el hombre…, todos pertenecen a la misma familia. Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington nos envió el recado de que quería comprar nuestra tierra, exigía demasiado de nosotros. El Gran Jefe nos quiere hacer saber que pretende darnos un lugar donde vivir tranquilos. ??l sería nuestro padre, y nosotros seríamos sus hijos. ¿Pero eso será posible algun día?. Dios debe amar a vuestro pueblo y abandonado a sus hijos rojos. ??l ha enviado máquinas para ayudar al hombre blanco en su trabajo, y con ellas se construyen grandes poblados. ??l hace que vuestra gente sea, día a día, más numerosa. Pronto invadiréis la tierra, como ríos que se desbordan desde las gargantas montañosas, como una inesperada lluvia. Mi pueblo, sin embargo, es como una corriente desbordada, pero sin retorno. No, nosotros somos razas diferentes. Nuestros hijos y los vuestros no juegan juntos, y vuestros ancianos y los míos no cuentan las mismas historias. Dios os es favorable, y nosotros nos sentimos huérfanos. Aun así, meditaremos sobre vuestra oferta de comprarnos la tierra. No será fácil, porque esta tierra es sagrada para nosotros Nos sentimos alegres en estos bosques. Ignoro el por qué, pero nuestra forma de vivir es diferente a la vuestra. El agua cristalina, que corre por los arroyos y los ríos no es sólo agua, es también la sangre de nuestros antepasados. Si os la vendiéramos tendríais que recordar que es sagrada, y enseñarlo así a vuestros hijos. De hecho, los ríos son nuestros hermanos. Nos libran de la sed, arrastran nuestras canoas y nos procuran alimento. Cada imagen que reflejan las claras aguas de los lagos son el recuerdo de los hechos que ocurrieron y la memoria de mis gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Así es, Padre Blanco de Washington: los ríos son nuestros hermanos. Si os vendemos nuestra tierra, tendreis que recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos -y en adelante, los vuestros- y tratarlos con el mismo cariño que se trata a un hermano. Es evidente que el hombre blanco no entiende nuestra manera de ser. Os es indiferente una tierra que otra porque no la ve como a una hermana, sino como a una enemiga. Cuando ya la ha hecho suya, la desprecia y la abandona. Deja atrás la tumba de sus padres sin importarle. Saquea la tierra de sus hijos y le es indiferente. Trata a su madre -la Tierra- y a su hermano -el firmamento-como a objetos que se compran, se usan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Hambriento, el hombre blanco acabará tragándose la tierra, no dejando tras de sí más que un desierto. Mi gente siempre se ha apartado del ambicioso hombre blanco, igual que la niebla matinal en los montes cede ante el sol naciente. Pero las cenizas de nuestros antepasados, sus tumbas, son tierra santa, y por eso estas colinas, estos árboles, esta parte del mundo, nos es sagrado. No sé, pero nuestra forma de ser es muy diferente de la vuestra. Quizás sea porque soy lo que vosotros llamais «un salvaje» y, por eso, no entiendo nadaLa vista de vuestras ciudades hiere los ojos de mi gente. Quizá porque el «Piel Roja» es un salvaje y no lo comprende. No hay silencio alguno en las ciudades de los blancos, no hay ningún lugar donde se pueda oír crecer las hojas en primavera y el zumbido de los insectos. No hay un solo sitio tranquilo en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar desde el que poder escuchar en primavera el brote de las hojas o el revolotear de un insecto. Tal vez sea porque soy lo que llamais «un salvaje» y no comprenda algunas cosas… El ruido de vuestras ciudades es un insulto para el oido de mi gente y yo me pregunto ¿Qué clase de vida tiene el hombre que no es capaz de escuchar el grito solitario de la garza o el diálogo nocturno de las ranas en un estanque?. Mi pueblo puede sentir el suave susurro del viento sobre la superficie del lago, el olor del aire limpio por el rocío de la mañana y perfumado al mediodía por el aroma de los pinos. El aire es de gran valor para nosotros, pues todas las cosas participan del mismo aliento: el animal, el árbol, el hombre, todos. El hombre blanco parece no dar importancia al aire que respira, a semejanza de un hombre muerto desde hace varios días, embotado por su propio hedor. Pero, si os vendemos nuestra tierra, no olvidéis que tenemos el aire en gran estima, que el aire comparte su espíritu con la vida entera. El viento dio a nuestros padres el primer aliento, y recibirá el último. Y el viento también insuflará la vida a nuestros hijos. Y si os vendiéramos nuestra tierra, tendríais que cuidar el aire como un tesoro y cuidar la tierra como un lugar donde también el hombre blanco sepa que el viento sopla suavemente sobre la hierba en la pradera.Cuando el último de entre mi gente haya desaparecido, cuando su sombra no sea más que un recuerdo en esta tierra -aun entonces- estas riberas y estos bosques estarán poblados por el espíritu de mi pueblo, porque nosotros amamos este paisaje del mismo modo que el niño ama los latidos del corazón de su madre.Si decidiese aceptar vuestra oferta, tendría que poneros una condición: que el hombre blanco considere a los animales de estas tierras como hermanos. Soy lo que llamais «un salvaje» y no comprendo vuestro modo de vida, pero he visto miles de búfalos muertos, pudriéndose al sol en la pradera. Muertos a tiros, sin sentido, desde las caravanas. Yo soy un salvaje y no puedo comprender cómo una máquina humeante -el caballo de hierro- puede importar más que el búfalo, al que sólo matamos para sobrevivir. ¿Qué es el hombre sin animales? Si todos los animales desaparecieran el hombre también moriría en la soledad de su espíritu. Lo que le suceda a los animales tarde o temprano le sucederá también al hombre. Todas las cosas están estrechamente unidas. Debeis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros: que la Tierra es su madre. Lo que le ocurre a la Tierra también le ocurre a los hijos de la Tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos.Nosotros sabemos que la tierra no pertenece al hombre, que es el hombre el que pertenece a la Tierra. Lo sabemos muy bien, Todo está unido entre sí, como la sangre que une a una misma familia. El hombre no creó la trama de la vida, es sólo una fibra de la misma. Lo que haga con ese ese tejido, se lo hace a si mismo. No, el día y la noche no pueden vivir juntos.Tenéis que enseñar a vuestros hijos que el suelo que está bajo sus pies contiene las cenizas de los nuestros. Para que respeten la tierra, contadles que la tierra contiene las almas de nuestros antepasados. Nuestros muertos siguen viviendo entre las dulces aguas de los ríos, y regresan, de nuevo, con cada suave paso de la Primavera, y sus almas van con el viento que sopla, rizando la superficie del lago.Consideramos la posibilidad de que el hombre blanco nos compre nuestra tierra. Pero mi pueblo pregunta: ¿Qué es lo que quiere el hombre blanco? ¿Cómo se puede comprar el Cielo, o el calor de la tierra, o la velocidad del antílope?. ¿Cómo vamos a vender todo esto y cómo vais a poder comprarlo?. Acaso podréis hacer con la tierra lo que queráis, sólo porque firmemos un pedazo de papel y se lo entreguemos al hombre blanco?. Si nosotros no poseemos el frescor del aire, ni el resplandor del agua, cómo vais a poder comprarlo? ¿Es que, acaso, podéis comprar los búfalos cuando ya hayais matado al último?. Consideraremos la oferta. Sabemos que si no os la vendemos vendrá el hombre blanco y se apoderará de nuestra tierra.Sabemos una cosa que, tal vez, el hombre blanco descubra algún día: nuestro Dios es vuestro Dios. Podeis pensar que ahora ??l os pertenece, de igual manera que hoy deseais que nuestras tierras sean vuestras.. Pero no es así. ??l es el Dios de todos los hombres y su amparo alcanza por igual a mi gente y a la vuestraConsideraremos vuestra oferta de que vayamos a una reserva. Queremos vivir aparte y en paz. No importa dónde pasemos el resto de nuestros días. Nuestros hijos verán a sus padres sumisos y vencidos. Nuestros guerreros estarán avergonzados. Después de la derrota pasarán sus días en la holganza, y envenenarán sus cuerpos entre comida y alcohol. No importa dónde pasemos el resto de nuestros días. No quedan ya muchos. Sólo algunas horas -un par de inviernos- y no quedará ningún hijo de la gran estirpe que en otros tiempos vivió en esta tierra, y que ahora en pequeños grupos viven dispersos por el bosque, para gemir sobre las tumbas de su pueblo. Un pueblo que en otros tiempos fue tan poderoso y tan lleno de esperanza como el vuestro.¿Pero, por qué entristecerse por la desaparición de una nación? Las naciones están hechas por hombres. Es así. Los hombres aparecen y desaparecen como las olas del mar. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común de las cosas. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos…También los blancos desaparecerán, y quizá antes que otras estirpes. Continuad contaminando y corrompiendo vuestro lecho y cualquier noche morireis ahogados en vuestra propia suciedad. Eso sí…, caminareis hacia la extinción rodeados de gloria y espoleados por la creencia en un Dios que os da poder sobre la Tierra y sobre los demás hombres. Cuando todos los búfalos se hayan ido, los caballos salvajes hayan sido domados, el rincón más secreto del bosque invadido por el ruido de la multitud, y la visión de las colinas esté manchada por los alambres parlantes (*), cuando desaparezca la espesura y el águila se extinga, habrá que decir adiós al caballo veloz y a la caza.Será el final de la vida y el comienzo de otra. Por algún motivo que se me escapa, Dios os concedió el dominio sobre los animales, los bosques y los Pieles Rojas. Quizá podríamos comprenderlo si supiésemos qué es lo que sueña el hombre blanco, qué ideales ofrece a los hijos en las largas noches de invierno, y qué visiones bullen en su imaginación, hacia las que tienden el día de mañana.Pero nosotros somos «salvajes». Los sueños del hombre blanco nos están vedados. Y porque nos están ocultos, nosotros vamos a seguir nuestro propio camino. Pues, ante todo, estimamos el derecho que tiene cada ser humano a vivir tal como desea, aunque sea de modo muy diverso al de sus hermanos. No es mucho lo que nos une.Consideraremos vuestra oferta…Si aceptamos es sólo por asegurarnos la reserva que habéis prometido. Quizá, allí podamos acabar los pocos días que nos quedan, viviendo a vuestra manera. Cuando el último Piel Roja de esta tierra desaparezca y su recuerdo sea solamente la sombra de una nube sobre la pradera, todavía estará vivo el espíritu de mis antepasados en estas orillas y estos bosques. Pues ellos amaban esta tierra, como ama el recién nacido el latido del corazón de su madre. Si os llegáramos a vender nuestra tierra, amadla -como nosotros la hemos amado-. Cuidad de ella -como nosotros la cuidamos- y conservad el recuerdo de esta tierra tal como os la entregamos. ¿Dónde está el bosque espeso?: Desapareció. ¿Qué ha sido del águila?: Desapareció. Así se acaba la vida y sólo nos queda el recurso de intentar sobrevivir.

(*) «alambres parlates» = telégrafo.

En realidad es una especie de creación hippie apoyada en un personaje real y algunos hechos reales que esta cercana a la literatura,  conservando sin embargo un muy buen discurso de naturaleza ecológica, bien masticable y poco mamertoide, y es posible que en una buena medida transmita la visión de cosmos que tenian algunos pueblos ancestrales, que fué redescubierta con el agite de los 60’s y es confirmada con las situaciones de vida actual, cada vez más irracionales pero absolutamente legales de la zoociedad moderna.

Fuente versión en español, un seguimiento al relato, versión en inglés.