La domesticación es el ejercicio del poder inexistente fuera del ámbito que le define el domesticado, es la capitalización del silencio del domesticado por quien es capaz de ver mas allá de sus pestañas.
Los domesticadores se agrupan y comparten sus saberes, los monopolizan, es su poder. Quien intenta conocer su entorno y a si mismo, aquel que va mas allá de la inmediatez del diario vivir, puede ser inmune a ese monopolio de conocimiento y lo infiere sin tener contacto con el mismo.
Puede convertirse en domesticador o ridiculizador de ilusiones domesticantes. Cuando hace esto ultimo puede partir en dos la historia de su nicho, o cuando se convierte en domesticador generalmente olvida su anterior estado y se dedica a disfrutar de sus beneficios.
Todos estamos domesticados en alguna medida o aspecto, si se busca el origen de esta domesticación escarbando hasta lo profundo de nuestra almohada, terminamos encontrando muchas veces dos elementos: el miedo y el placer. Sin importar su naturaleza en última instancia siempre encontramos uno u otro.
Ejemplos:
- el miedo al hambre, al dolor, la miseria. Rodeado en una infinidad de reacciones, y pensamientos que generalmente no tienen que ver con el dolor, el hambre o la miseria
- el miedo a la muerte, incustado en lo más profundo de nuestra vida
- el miedo a la soledad, palpable hasta cuando estamos realmente solos, y mas temido cuando se ha probado
- el dolor ver sufrir a quien amamos, su alivio puede ser el sentido primordial de seguir respirando.
- el placer de otorgar bienestar a quienes amamos, puede ser el objetivo de nuestra existencia.
- es muy conocida la domesticación que se puede ejercer a través del placer animal (sexo, violencia, comportamiento gregario…) rodeada en una atmósfera de sentimientos extremadamente adictivos
- el miedo a ser diferente, verse diferente, sentirse diferente
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